El uso de las hormonas en la producción de carne de res está muy generalizado en Estados Unidos y en otros países exportadores de carne, entre ellos Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Argentina, Uruguay y México. Los productores usan hormonas porque éstas aceleran el crecimiento y producen carne en canal más magra, preferida por el consumidor que guarda dietas con bajos niveles de grasa y colesterol. Las hormonas permiten a los productores disminuir los costes, ya que reducen la cantidad de forraje necesario para producir carne y, al mismo tiempo, aumentan considerablemente el peso de la carne en canal. Las hormonas que promueven el crecimiento, aprobadas para su uso en Estados Unidos, son compuestos que, o bien se producen naturalmente en el animal, o bien imitan a los anteriores. Generalmente, estos compuestos incluyen estrógeno, testosterona o compuestos similares. Su producción, comercialización y empleo están sometidas a normas establecidas por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), el cual sostiene que las hormonas contenidas en la carne de animales que han recibido los compuestos no tienen importancia fisiológica para el hombre.

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